Crisis Chocantes: El calor extremo y la crisis de vivienda asequible en Puerto Rico y las Islas Vírgenes 

October 23, 2025 | 9:00 am
JodiJacobson/Getty Images
Juan Declet-Barreto
Senior Social Scientist for Climate Vulnerability

Estados Unidos se encuentra en medio de una grave crisis de vivienda que afecta más agudamente a las familias de bajos ingresos. A la misma vez, la crisis climática aumenta la frecuencia y ferocidad del calor extremo, lo cual empeorará en el futuro a medida que sigan en aumento las emisiones de carbono que atrapan el calor en la atmósfera.

En un nuevo informe de UCS, titulado en inglés Colliding Crises: The Dangers of Extreme Heat in Affordable Housing, analizamos como el calor extremo expone a graves riesgos la salud de las personas que viven en vivienda asequible a través del país y sus territorios. Mi colega Zoe Middleton detalla los resultados a nivel nacional tanto como recomendaciones de política pública en su escrito (aquí en inglés).

La investigación reveló que las personas que viven en viviendas asequibles sufren alertas de calor durante varios días o semanas al año, y que los hogares encabezados por personas de color se enfrentan a riesgos desproporcionadamente altos. La mayor parte de las viviendas asequibles expuestas se encuentran en el noreste y el sureste, con Texas, California y Nueva York a la cabeza en cuanto al número total de viviendas expuestas.

Aquí les comentaré los resultados para Puerto Rico y las Islas Vírgenes, los cuales son muy preocupantes también.

Las crisis simultáneas de vivienda y climática agravan desigualdades socioeconómicas

Muchas comunidades en Estados Unidos y sus territorios sufren el embate de dos crisis a la misma vez: la crisis de vivienda asequible y la crisis climática. Los impactos se amplifican en las comunidades que menos recursos tienen, inclusive de los que viven en viviendas subsidiadas tanto como en las no subsidiadas y que usualmente cuentan con ingresos bajos o extremadamente bajos. Estos inquilinos a menudo no cuentan con opciones de vivienda segura debido a que por décadas Estados Unidos no ha hecho la inversión necesaria en la construcción y manutención de vivienda asequible. Existe un déficit grande en la disponibilidad de vivienda asequible para las personas con los ingresos más bajos, y muchas de las viviendas que están disponibles requieren mejoras y actualizaciones.

Adicionalmente, el contar con pocos ingresos en la vivienda y sin acceso a áreas verdes, aire acondicionado u otras formas de regular la temperatura puede agravar el riesgo de enfermedad o muerte por calor extremo debido a golpes de calor, enfermedades cardiovasculares, respiratorias y del riñón, en especial para las personas con fisiologías vulnerables. Muchas de las personas que habitan en vivienda subsidiada son de edad muy joven o muy avanzada, viven con discapacidades físicas o mentales, o tienen condiciones de salud preexistentes que elevan los riesgos a la salud debido al calor extremo.

A la hora de formular política pública para hacer frente a la crisis de vivienda asequible, es esencial que la inversión necesaria para mejoras tanto como la expansión del inventario de vivienda asequible también resulte en que la misma sea resiliente ante los extremos climáticos.

En nuestro informe evaluamos la cantidad de vivienda asequible y sus inquilinos que estuvo expuesta a episodios de calor extremo, así como la cantidad de veces que se vieron expuestas dichas viviendas y personas entre los meses de mayo y octubre de 2024, meses durante los cuales dichos peligros aumentan en Estados Unidos y que en la Unión de Científicos Conscientes llamamos la Temporada de Peligros. Analizamos casi 8 millones de viviendas asequibles en sectores clave del mercado de vivienda subsidiada: vivienda pública, vivienda prefabricada, vivienda con otros tipos de subsidios como vales del programa Sección 8, Low Income Housing Tax Credits (LIHTC en inglés), u orientados a proveer vivienda asequible para familias, personas de edad avanzada, o personas con discapacidades. Nótese que los datos sobre los tipos de vivienda asequible que consultamos no contienen viviendas prefabricadas en ninguno de los territorios caribeños.

Antes de entrar de lleno a los resultados en Puerto Rico y las Islas Vírgenes, necesitamos un poco del contexto climático, de gobernanza y política pública que agrava las dos crisis en los territorios caribeños.

2024: Brutal Temporada de Peligros climáticos en el Caribe

Puerto Rico y las Islas Vírgenes vivieron un caluroso y brutal verano durante el 2024.

En Puerto Rico:

  • Cada uno de sus 78 municipios estuvo bajo cuando menos una alerta de calor extremo en 2024, con una frecuencia media de 38 días con alertas por municipio (más del equivalente a un mes de alertas que no necesariamente fueron consecutivas);
  • 29 municipios estuvieron bajo 56 ó 57 alertas.

En las Islas Vírgenes:

  • St. Croix estuvo bajo alerta de calor 54 veces,
  • La gente de St. John y St. Thomas vivieron 37 alertas de calor entre mayo y octubre de 2024.

El Servicio Nacional de Meteorología (SNM; NWS por sus siglas en inglés) emite alertas de calor extremo cuando el índice de sensación térmica (un indicador que combina temperatura y humedad) alcanza niveles que ponen en riesgo la salud pública. Fue tan brutal esta temporada de calor en que en junio el SNM emitió por vez primera una alerta de calor para todo el archipiélago borincano y las temperaturas alcanzaron los 114°F (45,6°C).

El polvo proveniente del desierto del Sahara también influye en las condiciones atmosféricas del Caribe. Trae aire seco y estabiliza la atmósfera, lo cual suprime la formación de tronadas, a su vez reduciendo la precipitación y el desarrollo de tormentas tropicales. En la superficie, el aire seco y el polvo limitan la formación de nubes, lo que puede contribuir a elevar tanto las temperaturas como el índice de sensación térmica, en especial en zonas costeras y urbanas.

En 2024, algunos lugares en Puerto Rico y las Islas Vírgenes estuvieron bajo alerta de calor en casi 60 ocasiones, o sea, el equivalente a dos meses.

¿Cuánta vivienda asequible estuvo expuesta al calor en Puerto Rico y las Islas Vírgenes en el 2024?

Analizamos un total de 87.428 y 4.839 viviendas asequibles en Puerto Rico y las Islas Vírgenes, respectivamente.

En Puerto Rico, unas 76.541 viviendas (87,5% del total) estuvieron bajo alerta de calor por lo menos unas siete veces (o sea, el equivalente a una semana) en 2024.

En las Islas Vírgenes, cada una de las 4.839 unidades de vivienda asequible recibieron alertas de calor por lo menos siete veces. En estas unidades habitacionales expuestas en Puerto Rico viven unas 148.358 personas, mientras que en las Islas Vírgenes suman 7.760, de las cuales estuvieron expuestas a siete o más alertas de calor 129.813 personas en Puerto Rico, y todos los 7.760 habitantes de vivienda asequible en las Islas Vírgenes.

Unas 92.087 unidades de vivienda asequible en los territorios estadunidenses del Caribe estuvieron bajo siete o más alertas de calor extremo en 2024.
Unas 137.573 personas que viven en vivienda asequible en los territorios estadunidenses del Caribe estuvieron bajo siete o más alertas de calor extremo en 2024.

En Puerto Rico, la mayoría de la vivienda asequible expuesta al calor está en los pueblos costeros (incluyendo las islas municipio de Vieques y Culebra) donde las alertas de calor en 2024 fueron mucho más numerosas que en el interior montañoso.

El mapa muestra los desarrollos de vivienda asequible, los cuales contienen una o más unidades habitacionales. La concentración más alta está en los centros de población, en particular San Juan, Ponce y Mayagüez.

En las Islas Vírgenes, la mayoría de la vivienda asequible expuesta al calor extremo está en St. Croix; hay pequeñas cantidades de desarrollos habitacionales en St. Thomas y St. John.

Falta de autonomía agrava la crisis de vivienda asequible

En Puerto Rico y las Islas Vírgenes, el panorama de acceso a vivienda asequible empeora debido a que son colonia ambos territorios, donde ninguna de las decisiones importantes que afectan a los 3,4 millones de habitantes en Puerto Rico y los aproximadamente 87.000 en las islas de Saint Croix, Saint John y Saint Thomas, son tomadas por estas personas. Muchas de las razones por las cuales el acceso a la vivienda asequible se ha dificultado existen en el resto de Estados Unidos (por ejemplo, aumentos en el costo de la vivienda, desplazamiento, e infraestructura muy antigua). Pero en los territorios coloniales caribeños existen trabas adicionales que dificultan más todavía el acceso a la vivienda.

Para empezar, la severa crisis fiscal y económica de Puerto Rico tocó fondo después del Huracán María en 2017, y miles de personas abandonaron el archipiélago; una de las consecuencias fue el encarecimiento de la vivienda en parte por el crecimiento en el mercado de alquiler de viviendas a corto plazo para satisfacer la creciente demanda de turistas visitando la isla especialmente a partir de la pandemia del COVID-19. A pesar de que miles de personas abandonaron Puerto Rico, esto no resultó en que aumentara la disponibilidad de vivienda, y las viviendas destruidas por María disminuyeron más todavía el inventario de vivienda disponible. El Centro para la Nueva Economía estima que después de María, este mercado creció en un 30% y la demanda contribuyó al alza en el costo de la vivienda.

Las razones climáticas se agravan por múltiples y onerosas imposiciones en política pública, tanto históricas (e.g., la Ley Jones) como contemporáneas (e.g., PROMESA y la Junta de Control Fiscal, la privatización del sistema de producción y de distribución eléctrico, la Ley 60) que entuertan día a día el acceso a la vivienda y servicios básicos en Puerto Rico. El encarecimiento paulatino del servicio eléctrico en Puerto Rico contribuye a elevar los costos de comprar o alquilar vivienda, cada vez menos asequible. Nada de esto ocurre de manera accidental; muchas de las políticas públicas están diseñadas para atraer capital o proveer estadías de corto plazo a turistas (en hoteles o AirBnBs) a expensas de que haya vivienda al alcance del pueblo de Puerto Rico.

Los peligros del calor extremo en la vivienda asequible en el Caribe

Un estudio reciente reveló que las altas temperaturas incrementaron en 16 porciento el riesgo de muerte en Puerto Rico entre 2015 y 2023, y que la mortandad debida al calor es más alta en las zonas urbanas y costeras. El Departamento de Salud de Puerto Rico informó que entre mayo y octubre de 2024 (la Temporada de Peligros), hubo 291 hospitalizaciones por enfermedades relacionadas al calor extremo o exposición a la luz solar (84% de todas las hospitalizaciones por estas causas en el año).

Y en los casos de calor extremo después de un huracán cuando el frágil servicio eléctrico falla por largos períodos de tiempo en Puerto Rico y las Islas Vírgenes, las altas temperaturas y humedad agravan peligros de los cuales no se puede escapar, con consecuencias que pueden ser fatales para muchas personas, especialmente aquellas que padecen de enfermedades crónicas y las personas de la tercera edad.

¿Cómo funcionan las protecciones contra el calor extremo en la vivienda asequible en Puerto Rico?

Al corriente, el programa LIHEAP en Puerto Rico (manejado por el Departamento de la Familia, DF) provee asistencia económica para solventar gastos relacionados al pago del costo de enfriar la vivienda en la factura eléctrica, para climatizar la vivienda y para emergencias durante el verano. El desembolso del programa de asistencia para el pago de la factura oscila entre los $110-$605.

El programa de climatización incluye asistencias para sistemas fotovoltaicos en techos en viviendas particulares y para servir a comunidades, mejoras a los techos, reemplazos de electrodomésticos, puertas y ventanas, entre otros. El programa de emergencias de verano provee hasta un máximo de $1.000 en fondos de carácter urgente para evitar la desconexión del servicio eléctrico durante períodos de calor. Los programas de climatización y enfriamiento dan prioridad a hogares con personas de edad avanzada, personas con discapacidades y con niños pequeños, pero no ofrecen prioridad a los hogares con carga energética desproporcionada, o sea, aquellos hogares que gastan una proporción alta de su ingreso en costos energéticos. Tampoco dan prioridad a las personas que viven en vivienda subsidiada.

En 2025 en Puerto Rico, el DF redujo la asignación de fondos LIHEAP para crisis de verano de 61% a 55%. Tal parece que dicha reducción se hizo para incrementar la asignación al programa de climatización de cero en años anteriores a 5% (el uno porciento restante vino de una reducción de 20% a 19% en el programa de enfriamiento). Al presente, los hogares que reciben ayuda del Programa de Ayuda Temporal para Familias Necesitadas (TANF en inglés) o del Programa de Asistencia Nutricional (PAN, SNAP en inglés) y que son cuentahabientes de LUMA son inscritos automáticamente en el programa de asistencia de emergencia. LUMA, la empresa a cargo de la distribución del servicio eléctrico, no tiene al corriente moratorias que eviten la desconexión del servicio eléctrico por falta de pago durante episodios de calor extremo, aunque gobiernos anteriores en Puerto Rico han decretado suspensión en interrupción del servicio durante situaciones de emergencia.

Crucial una política pública que proteja a los más vulnerables

Mientras que el cambio climático continúe incrementando el calor extremo, la política pública deberá estar enfocada en incrementar la resiliencia de la vivienda asequible y proteger la salud de las personas que viven en ella. Las soluciones más efectivas requieren financiamiento suficiente y coordinación a través de todos los niveles de gobierno—local, tribal, territorial, estatal y federal. Sugerimos lo siguiente en materia de política pública para Estados Unidos, Puerto Rico, y las Islas Vírgenes:

Invertir en la expansión y mejoras al inventario de vivienda asequible

Los programas federales LIHTC, HOME Invesment Partnerships, y Community Development Block Grant (CDBG en inglés), junto a los vales de pago financiados por el gobierno federal y en los estados proveen asistencia para que los hogares con bajos ingresos puedan alquilar viviendas en el mercado privado. Los niveles de financiamiento para estos programas son muy bajos y no alcanzan para cubrir la demanda de vivienda asequible y disponible.

Para cubrir esta necesidad, hace falta que todos los niveles de gobierno colaboren para aumentar la inversión y actualizar el inventario existente e incrementar el número de viviendas para que sean más resilientes ante el calor extremo. Esto requiere aumentar la eficiencia energética de la vivienda mediante la implementación de los códigos de construcción más recientes. Mediante dichas inversiones se protegerá la salud y bienestar de las personas y se reducirán las facturas de luz, lo cual constituye un uso responsable de fondos públicos. Uno de los elementos más cruciales es crear vivienda asequible que esté al alcance de las familias con los ingresos más bajos, y no sólo para las familias con ingresos medios.

Y después de que ocurran desastres, la inversión de fondos CDBG para recuperación de desastres (CDBG-DR en inglés) deben servir para fortalecer la vivienda asequible ante desastres futuros tanto como de peligros crónicos como el calor extremo.

Expandir el acceso a la eficiencia energética

Incrementar el acceso a la eficiencia energética es crucial especialmente para los hogares con bajo ingreso porque muchas de estas personas no pueden pagar los costos de regular la temperatura en su vivienda, lo cual pudiera tener consecuencias fatales durante episodios de calor. Para atender dichas necesidades, a nivel federal se debe fortalecer, expandir y reformar el programa LIHEAP, el Programa de Asistencia de Climatización (WAP, por sus siglas en inglés) tanto como otras protecciones con las siguientes medidas:

  • Incrementar el presupuesto de LIHEAP para fondos y personal, e incluir fondos tanto para instalar como para la manutención de sistemas de enfriamiento.
  • Incrementar el presupuesto de LIHEAP para enfriar la vivienda. A pesar de que los riesgos por calor extremo siguen en aumento, sólo el 20% del presupuesto de LIHEAP se gasta en enfriar viviendas.
  • Eliminar la suspensión del servicio eléctrico por falta de pago durante episodios de calor extremo. Mantener el acceso libre a los datos climatológicos y de meteorología

Es fundamental tener acceso sin escollos a los datos e información creados por las agencias científicas federales, como por ejemplo las alertas de calor emitidas por el SNM y las proyecciones de calor extremo a futuro del National Climate Assessment. Las agencias de salud pública a nivel local y estatal deben invertir en mejorar los sistemas de vigilancia de enfermedades y muertes relacionadas al calor, y esto debe ser integrado a la recolección de datos sobre la vivienda. La información sobre los determinantes sociales y económicos de la salud es esencial para mejorar la política pública que proteja a la población vulnerable, inclusive de las personas que viven en vivienda asequible.

Desafortunadamente, muchos de estos programas esenciales para la resiliencia ante el calor, la ciencia y datos federales, y las inversiones en energía limpia están todas bajo un feroz ataque por parte del gobierno del presidente Trump. Esto pone en peligro el bienestar y salud de la gente. El Congreso debe hacer frente a estos ataques y garantizar que la gente en el país esté protegida del calor y de otros impactos climáticos, y tener acceso a energía limpia y a bajo costo.

Puerto Rico y las Islas Vírgenes necesitan una resiliencia en vivienda, climática y energética decolonial

En Puerto Rico y las Islas Vírgenes, la asistencia federal para incrementar el acceso a vivienda asequible, eficiencia energética y datos científicos tiene que ir de la mano de soluciones que prioricen no sólo la transferencia de fondos federales, sino también una transformación climática, energética, y social justa y decolonial. ¿Qué significa esto? En los territorios caribeños existe la capacidad del entorno natural, los lazos comunitarios, y las ganas de su gente de librarse del yugo de los combustibles fósiles que encarecen cada vez más el acceso a una vida saludable, digna y productiva, empezando por el acceso a un bien fundamental: la vivienda estable y asequible.

El derecho fundamental a esto es el punto de partida, en las palabras del Dr Arturo Massol Deyá, líder de la organización comunitaria puertorriqueña Casa Pueblo, para pensar en el sol como combustible primario en el camino a la descolonización, pasando de una “dependencia histórica de los combustibles fósiles impuesta por Estados Unidos, a una liberación que coloca la capacidad de producir energía —la potencia para hacer trabajo— en manos de la gente y la comunidad para un mejor vivir.

La inversión en más y mejor vivienda asequible, en climatización, en apoyos económicos a pagar facturas de luz e instalar paneles solares o sistemas de enfriamiento son medidas importantes y necesarias para proteger a las personas más vulnerables. Pero en los territorios estas medidas no son suficiente; la verdadera resiliencia requiere un cambio drástico en la estructura de poder político, energético, social y económico del modelo colonial. Requiere la construcción de un modelo que surja desde la comunidad y que priorice las necesidades comunitarias, y no las proyecciones de ganancias de la industria de combustibles fósiles.

Urgimos tener un futuro en el cual podamos vivir

El calor extremo aumentado por el cambio climático afecta de manera desproporcionada a los hogares con ingresos bajos, y esto se pondrá peor en el futuro en tanto y en cuanto no se reduzcan las emisiones que atrapan el calor en la atmósfera. En todos los niveles de gobierno se deben tomar en serio estos retos, superando dificultades fiscales y divisiones políticas para abordar la grave crisis de vivienda asequible. A su vez es también importante que los responsables de formular política pública se aseguren de que las inversiones para aumentar la resiliencia al calor, tanto para viviendas existentes como nuevas, protejan la salud de todos los residentes.

La urgencia de estos problemas aumenta a medida que el cambio climático, causado principalmente por el aumento en las emisiones que atrapan el calor debido a la quema de combustibles fósiles, eleva las temperaturas promedio a nivel global e incrementa la frecuencia y fuerza de los eventos de calor extremo. Al actuar ahora para invertir en viviendas asequibles que sean resilientes ante el clima, los legisladores federales, estatales y locales tienen la obligación de actuar para garantizar que las personas estén a salvo donde viven hoy y que sigan protegidas en las próximas décadas. Al mismo tiempo, en Estados Unidos y en todo el planeta también se deben tomar medidas que reduzcan drásticamente las emisiones que contribuyen al calentamiento global para limitar el calor peligroso en el futuro.

Accede al estudio (inglés)